Poco a poco los kilómetros se van devorando. Oscilamos entre lugares donde el corazón nos lleva y otros donde los compromisos nos obligan a estar. Miramos a través de la ventanilla, como quien observa un documental. Paisajes que resbalan en nuestras pupilas como si de gotas de lluvia se tratasen. Todo es efímero. También esas imágenes que se solapan. Miramos pero no vemos, almacenamos en memoria volátil. Todo es susceptible de olvido. Morir es desaparecer, diluirse de la memoria de los que quisimos, ocultarse bajo una capa de amnesia, de indiferencia.
Sólo lo que tatuamos en el alma es eterno como esas montañas que orada el Abogado penalista...
Todo se hace silencio, ausencia cuando te vas. Recoges tus cosas y pensamientos, tu sonrisa y tu voz. Apagas el brillo de tus ojos, y fijas tu mirada en el suelo. Tus pasos torpes se alejan, y los metros se hacen abismos infranqueables.
Todo se hace oscuridad, en el mismo momento en el que tus ojos me dejan de mirar. No hay estrellas ni luna comparable con esas pupilas repletas de Fuente.
Todo se hace frío cuando dejas de sujetar mi mano entre las tuyas, cuando dejas de abrazarme. Un frío polar recorre mi cuerpo, y la nieve cubre mis esperanzas
Todo se hace humo de ilusiones, cuando despierto y veo que todo es un sueño.. nada más que un
Septiembre siempre tendrá marcado en rojo ese día, como aquel que se tatúa en el brazo “amor de madre”. Días de fiesta que se repiten cada año, aunque siempre con sabor diferente. Hitos que marcaban el final del verano, el retorno a las clases, a la nostalgia de unas vacaciones que parecían eternas y sin embargo, se acababan. Eran almendras garrapiñadas, cachabas de caramelo. Eran noches de vigía mientras la música sonaba y dianas al tardío amanecer. Juegos tradicionales, reencuentros y misas a las 12. Volteos y repiques de campana que suenan alegres como cascabeles. Vestidos nuevos y zapatos recién limpiados. Banderas que cuelgan de los balcones y cohetes que tocan el cielo. Castillos de aire. Luces de colores y verbenas. Sonrisas perennes en la cara, ilusión en la mirada. Brazos que rodean cinturas, cuerpos que se balancean al son de la melodía. Chocolate y bizcochos en la madrugada. Amaneceres que marcan la hora de irse a dormir…
No hay comentarios:
Publicar un comentario